Los factores de riesgo para el desarrollo de las enfermedades crónicas no transmisibles se pueden clasificar en modificables y no modificables. Los modificables están relacionados con los hábitos de vida, que incluyen factores como la obesidad, la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial, el colesterol alto, el consumo de alcohol en grandes cantidades, el tabaquismo, la inactividad física y el estrés. Por otro lado, los no modificables están relacionados con la herencia genética, el sexo, la etnia y la edad.

Es evidente que los esfuerzos en el área de promoción de la salud deben estar dirigidos a los factores modificables, ya que es posible observar que la mayoría de ellos están relacionados con aspectos de comportamiento.

Las enfermedades crónicas no transmisibles relacionadas con los factores de riesgo modificables, además del cambio de hábitos, la nutrición es una aliada para cambiar su incidencia y gravedad. El consumo de verduras, frutas y cereales integrales, fibras alimentarias, antioxidantes y otras sustancias son importantes en la prevención y en el control de las enfermedades cardiovasculares, destaca American Heart Association.

Es importante señalar que, a lo largo del embarazo, los aspectos nutricionales juegan un papel fundamental en la salud de la madre y del bebé. Una alimentación saludable reduce el riesgo de que el bebé nazca o desarrolle diversas enfermedades, como la obesidad, la diabetes y las alergias alimentarias, además de asegurar y garantizar los componentes necesarios para la lactancia.